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Opinión: Las barriadas existen, por Daniel Moreno


A los continuos titulares rimbombantes del alcalde solo los acompañan las promesas incumplidas y la falta de mejoras en nuestras barriadas, desatendidas durante una década, que ya pierden la ilusión ante el continuo bombardeo mediático de Landaluce asegurando arreglar acerados, dinamizar barrios o invertir en alumbrado.

“Esta va a ser la legislatura de las barriadas”. “Cada lugar, cada calle y cada barrio es importante”. ¿Cuántos algecireños estarán indignados recordando estas declaraciones de José Ignacio Landaluce, viendo cuál es la situación real y actual de sus barriadas?

Con suerte, algunos podrán disfrutar del “Maná” de Fondos Europeos que contemplan 500.000 euros para las calles de nuestra ciudad. Algunos verán un triste badén en una calle sin salida, otros una esquina arreglada y, los más afortunados, alguna barrera arquitectónica eliminada.

Los que superamos la veintena recordamos cuando en nuestro barrio las pistas deportivas contaban con todo lo necesario para jugar con los demás niños, no como ahora, donde el mantenimiento brilla por su ausencia. Antes no era necesario desplazarse al paseo de la Cornisa o el parque feria para poder practicar deporte. Ni verte obligado a desplazarte al centro para poder disfrutar de actividades culturales. ¿Dónde está la dinamización de las barriadas de la que tanto habla Landaluce?

Concentrada, la escasa y mal gestionada que hay, en el barrio inventado a gloria, bombo y platillo de Landaluce: el barrio de La Caridad. Si en este está concentrando sus recursos e inversiones y el resultado es el cierre de comercios y la pérdida de población, ¿cómo nos encontramos los que somos de El Saladillo, La Piñera o Pelayo?

En el primero de ellos hace diez años que no se realizan mejoras. El alcalde tuvo la suerte de encontrarse una subvención de casi 600.000 euros en el cajón para realizar una guardería, que iba a ser gratis y que al final nos ha costado más de 1,2 millones de euros a todos los algecireños. Otro ejemplo más del despilfarro y la mala gestión que le definen.

El problema no está solo en la falta de dinamización o de iluminación, también en la limpieza, con escasas papeleras y contenedores impropios de una ciudad como la nuestra; el acerado roto; o la cantidad de barreras arquitectónicas, sino en la movilidad. La eficacia y puntualidad del autobús urbano cada vez más brilla por su ausencia y la causa está en la falta de inversión en nuevos autocares y en el mantenimiento de los existentes. Esto ha llevado incluso a suprimir líneas, dificultando llegar en tiempo y hora al trabajo a muchos vecinos.

Pero en lugar de centrarse en solucionar los problemas de las barriadas, Landaluce prefiere copar titulares anunciando proyectos que cada día parecen más lejanos y huelen a futuras promesas incumplidas. Diez años dedicado a engrandecer su álbum de fotos, su único objetivo.

Esta es la situación real de nuestra Algeciras. Este es el desprecio de Landaluce por las barriadas y su gente.

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